jueves, 12 de marzo de 2020

Hanoi... Segundas primeras impresiones...

Un día paseando por las calles de Hanoi dan para sacar bastantes anécdotas, a cual más curiosa…

Ayer llegaba a esta ciudad y ya quería salir corriendo, pero también sabía que era necesario darle un tiempo y oportunidad para verla con otros ojos. Sigo pensando que es demasiado caótica para mi gusto, pero también tiene su encanto dentro de su caos. 

Esta mañana, tras abandonar mi refugio para adentrarme en la jungla urbana, no tardé mucho en darme cuenta que estaba situada en el ojo del huracán. ¡El barrio donde me alojo, es el centro del caos! Eso no quiere decir que a medida que te alejas haya menos tráfico, pero al menos encuentras pedacitos de aceras (las cuales siguen invadidas por motos aparcadas, pero al menos son un poco más anchas) por las que poder transitar, lo cual hace más placentero y seguro el paseo. También he descubierto un amor a primera vista... ¡¡los semáforos!! Ay qué alegría al ver que una lucecita verde me decía ¡puedes pasar sin peligro de ser arrollada! Aunque no sobreabundan, encontrarlos de vez en cuando da un respiro jeje. También he de mencionar que tras 4 meses habituandome a controlar el tráfico en sentido opuesto, hace que tenga que mirar aún más veces de lo normal cada lado para saber por dónde vienen los vehículos, lo cual no ayuda nada. 

Lo cierto es que suelo tener buen sentido de la orientación, pero la verdad que la distribución de la ciudad ha hecho que tire bastantes veces de mapa. En un cruce de 5 vías, al que llegué por casualidad, me flipó ver como no uno, sino dos coches, daban la vuelta en medio del cruce sin importar quien viniera delante o detrás, ya que los hay hasta que circulan en dirección contraria…  También me sorprendió mucho ver a dos niños que no superarían los 7-8 añitos, circular sólos en bicicleta por una calle como si nada… normal que estén habituados a este caos si practican desde pequeñines jejeje. 

Por supuesto el sonido que ha prevalecido durante el día sin lugar a dudas es el ¡pi pi pi! Aunque a éste, se une el sonido de los indicadores de algunos buses jaja, parecen un timbre. 
También hay que nombrar la cantidad de mototaxis que te encuentras en todas las esquinas. Todos ellos insistiendo en llevarte al fin del mundo si hiciera falta… incluso hubo uno que tras ignorar su primera oferta me lanzaba un beso y un guiño a lo lejos acompañado de su dedo índice como si dijera ¡Ven nena… súbete en mi moto!... Totalmente surrealista… 

Pero bueno, dejando aparte las anécdotas más urbanas, hay muchas otras curiosidades a destacar. Hanoi será caótica, pero es una ciudad totalmente viva y auténtica. Su gente vive y socializa en las calles. En cualquier esquina te los encuentras bien compartiendo cháchara, fumando esa pipa gigante, jugando a las damas, jugando al bádminton (bien con raqueta o bien con los pies), o simplemente tomando ese líquido amarillo el cual aún no estoy segura que es, té o cerveza, aunque no me extrañaría que fuera ésta última, ya que es más barata que el café jajajaja. 

Hablando únicamente desde meras percepciones, ya que aún no he tenido ocasión de entablar contacto más estrecho con nadie, su gente me parece viva, festiva, con carácter y seguridad, y aunque creo que son bastante sociales, también tengo la sensación que ahora mismo invade más el miedo… Aún no tengo ni idea porque me miran tanto por la calle… a ratos siento como me siguen con la mirada… no tengo claro si es porque “soy grande” jajaja o porque soy turista!!! Y aunque por aquí pasan muchos turistas al año, con el tema del coronavirus se ha creado un poco de rechazo. Entre las visitas de mi recorrido de hoy, me he encontrado con varios puntos cerrados por este motivo. He visto algún cartel de “no entrar en este edificio sin lavarte las manos antes”. También me han tomado la temperatura en uno, y en otro me han rociado las manos con spray antibacteriano… La verdad que se toman las medidas preventivas con bastante exigencia, lo cual no me parece mal, mientras no vaya acompañado de histeria y pánico colectivo…

En la ruta de hoy he podido visitar el Ngoc Son Temple y los alrededores del Lago, La Catedral de San José o la Notre Dame del Sudeste Asiático (en su exterior, ya que estaba cerrada), las vías del tren que pasan por calles estrechas entre casas y negocios, y el Templo de la Literatura (la que fue en su momento la primera Universidad de Vietnam). Fue imposible visitar el Museo de la Prisión de Hoa Lo, ya que estaba cerrado por el virus. Se pueden ver fotos en sus correspondientes enlaces. Entre calle y calle, terminé en una donde habían varias Funerarias y un Velatorio… como dato curioso, todos se ponen un pañuelo blanco atado en la cabeza/frente mientras se vela o realiza los actos.

En resumen… caótica o no, Hanoi tiene su encanto, y quizás no tanto por los lugares bellos o no que visitar, si no por la vida enérgica que desprende. Ah! y una cosa muy positiva!!! Aún no he visto un mosquito!!! Lo que le da un gran punto a su favor jajajaja.  


miércoles, 11 de marzo de 2020

Welcome to Vietnam!!

Es la primera vez en mi vida que pillo un avión tan vacío. Tan solo llevaba un tercio de su capacidad de ocupantes. No me quejo para nada, estar tu sola en tu fila de asientos, hace el viaje más plancetero jeje. También es la primera vez que voy en un vuelo que sale 10 minutos antes de su hora y llega 20 minutos antes a su destino… el virus está causando extragaos jajajaja.

Locura!!!!! Hanoi es una auténtica locura!!! Y yo me quejaba de Bangkok… claro… aún no había visitado Hanoi…

Nada más salir del aeropuerto y subirme al bus con destino a la ciudad, empezó el dolor de cabeza debido a los pitidos del chófer… vaya obsesión con la pita!!! Pero no solo él claro… todos los conductores parecen que que llevan la mano pegada al claxon!! Y es que pitan sin sentido! bajo mi punto de vista claro! Cada vez que pitaba me asomaba a la ventanilla a ver que pasaba, y flipaba al ver que solo era porque hay un coche a 100 metros, y como él, todos!!!! Todos pitando a modo eeehh!! que paso yooooo!!

Cuando me tocó bajarme del bus y empezar a caminar en búsqueda del hostel, no exagero al decir que estuve cerca de 10 minutos esperando mi turno para poder cruzar la carretera… de verdad que no exagero con que es una auténtica locura, todo ello acompañado de pitas sin parar. La gente pita por gusto! Hasta vi a uno que iba pitando como si su partido favorito hubiera ganado la liga.

Por fin tras unos 10-15 minutos de caminata encontré el hostel. Cosas del destino, la cama que habia visualizado para mi a través de la foto de la web, ha sido para mi por error de alguien, ya que en realidad me tocaba otra jajjaja. Menos mal que la habitación está insonorizada, si no, sería imposible dormir por la noche entre pi pi  va y pi pi viene...

Ante la necesidad de hacerme con ciertos productos de higiene, ha tocado salir de nuevo a la junga... y ha sido otra locura salir  a la calle. No he tardado en llegar al Hostel de nuevo con ganas solo de buscar un rincón en el que relajarme y aun mejor, acompañada de una cervecita, que por cierto está muy buena. Solo de pensar que tengo que salir de nuevo para cenar algo, se me quita hasta el apetito jajaja. 

Ah! Y se me olvidaba mencionar un importante detalle!! Todo esto caminando por la carretera! Ya que las aceras están destinadas al aparcamiento de motos... Sin deseas perder el miedo a morir atropellado, sin duda está es tu ciudad ...

Espero que mañana todo reluzca de otro color y entre en modo adaptación rápido, de lo contrario, creo que saldré "pitando" de esta ciudad en pocos días en busca de algo más tranquilo. 

Segunda oportunidad mañana Hanoi!!!!



martes, 10 de marzo de 2020

Cambio de Rumbo

Nuevamente, tras 4 meses de estancia en lo que puedo catalogar como un segundo hogar, llega el momento de decir “hasta pronto”. Aunque tengo la total certeza de que esta vez, este hasta pronto no se postergará años, más bien, si acaso, unos pocos meses. Este será siempre mi lugar de retorno, mi segunda casa, ese lugar al que “regresar”...

Quizás en estos cuatro meses no han ocurrido grandes aventuras, o muchos sitios que visitar. Más bien, estos meses, han sido un regalo, un tiempo para encontrar paz, tranquilidad, templanza… Un tiempo en el que seguir centrándome en el “aquí y ahora”, en el que vivir el día a día, aunque a veces ello signifique simplemente no hacer nada.

Por supuesto, me llevo muchas anécdotas y momentos especiales… momentos de reuniones familiares, risas, charlas interminables, miniclases de cocina, cumpleaños, navidades… hasta he podido echarle mano a los pinceles! Pero si algo hay que destacar en todas las vivencias, sin duda será siempre, las personas con quien compartirlas, y aquí, en esta hermosa ciudad, las hay tan especiales, que siempre tendrán un lugar importante en mi corazón.

Ahora, es momento de embarcarse hacia otro rumbo, es hora de abandonar la zona de confort y aventurarse a lo desconocido. Toca abrir los poros para empaparse de nuevas experiencias y lecciones. Estoy segura que no sólo se avecina un nuevo destino que descubrir, sino un buen tiempo para seguir aprendiendo y creciendo.

¡Hasta pronto Chiang Mai!
¡See you soon Vietnam!


Ah! Se me olvidaba!
Con un toque de dulce despedida de esta ciudad, por aquí les deleito con un pequeño video de lo que fue el "Festival de las Flores", aunque nada tiene que ver con poder vivirlo y presenciarlo en primera persona.


sábado, 21 de diciembre de 2019

¡¡¡Toca excursión!!!

Aunque ya llevo aquí más de un mes, de momento sigo en Chiang Mai, la maravillosa ciudad que pude disfrutar por tres meses y medio hace dos años. El periodo de adaptación ha costado lo suyo, pero ya puedo celebrar el poder disfrutar el día a día, aunque a veces ello signifique no hacer absolutamente nada, lo cual es todo un avance comparado con los sentimientos y sensaciones experimentadas durante las primeras semanas. 
Estoy segurísima de que existen muchísimos lugares aún por conocer de Chiang Mai, pero los sitios más comunes y populares, ya los conocía, así que la vida “turista” durante mi estancia durante estos momentos, es prácticamente nula. Eso no quita ni mucho menos, que el día que me dicen ¡Mañana nos vamos de excursión! me emocione como una niña chica por descubrir un nuevo lugar. Es un poco complicado salir con la familia, ya que trabajan continuamente en el Hostel, pero en alguna ocasión, hemos podido tener alguna escapada. 
Recuerdo que en la primera salida, cámara en mano y modo “farang” ON, hicimos más de 300 fotos en tan solo dos sitios…. seguro que en alguno se nos quedó pegado el dedo en el botón de disparo jajaj

Primero fuimos al “Wat Phrathat Doi Kham”, un templo que tiene varios Budas enormes y que es muy popular entre los Tailandeses, y se notó, porque no se veían muchos turistas, y porque había muchísima gente “rezando”… Nosotras también!! Realizamos nuestra ofrenda, encendimos nuestros 3 inciensos y nos arrodillamos ante Buda para pedirle… Siempre hab5ía lo había visto en anteriores visitas a otros templos, pero nunca había participado, supongo que cuando tienes al lado quien te explica el proceso, te haces más partícipe y  se hace más emocionante. 

También sacamos un “palito de la suerte” (la verdad que no tengo ni idea de como se llama). Se trata de un recipiente que parece un vaso de bambú y que contiene muchos palitos con un número cada uno. Se trata de agitar el vaso hasta que caiga uno. Según el número que hayas sacado, podrás ver su significado en un panel y descifrar lo que tiene la “fortuna” para ti… Es como una especie de tarot jajajaj. El mío la verdad que no decía cosas muy buenas que digamos…. aunque que en el fondo no se alejaba mucho de la situación actual de ese momento… En fin, terminamos borrando la imagen  (una foto del panel que habíamos echo) para dejar ir lo malo… 

Acto seguido, continuamos con nuestra sesión fotográfica. El templo en sí es, similar a muchos otros, lo bonito son los alrededores llenos de figuras y Budas gigantes. 


Después de esa visita, nos fuimos al “Huay Tueng Tao”, un lago precioso!!!! Tiene unas
especie de cabañas abiertas en todo su alrededor, donde la gente va a comer, pasar el día y relajarse. También se hacen actividades en el agua, pesca, nadar, tirolinas, bicicletas acuaticas, etc. Pero lo que más me gustó sin duda, fue el paisaje en uno de sus extremos, con un gran campo de arroz y varias figuras gigantes de animales echas de mimbre y paja. Ha sido precioso.

Nada más llegar, Mod compró unos helados y nos sentamos en una de las cabañas para comerlo y recuerdo mis ansias de terminar rápido porque deseaba levantarme a pasear y sacar fotos del entorno. Sin duda, ¡¡un lugar fascinante!! La pena fue que llegamos al caer ya la tarde y no lo pudimos disfrutar por mucho tiempo, pero quizás otro día toque repetir. 


Otro de los días, recibía la noticia “¡Mañana toca spring hot! - ¡A las 11 salimos!” Mientras me mostraban videos y fotos, de lo que predecía ser un hermoso lugar.  
Llegó el esperado día! Nos subimos al coche! En la repartición de asientos, y la peque se cogió el mejor jajaja, iba detrás, en el maletero de la ranchera, con sus mantas, almohadas, cojines y lo que fuera necesario para el largo viaje que nos espera (cosas que solo se ven en este pais jaja).

A medio camino paramos en un 7 Eleven el doble de grande que los habituales, para comprar algunos snacks para el camino, y como no, cada vez que uno entra en uno, pierde la noción del tiempo intentando decidirse entre tantas opciones, mucho más dificil resulta cuando es mucho más grande de lo habitual!
¡¡Se avecinan curvas!! Y es que nuestro destino, se encontraba apenas a unos 30 km de Pai, por lo que he podido tener mi primer contacto con la gran famosa carretera hacia Pai! Curvas vertiginosas e importantes pendientes! Había escuchado y leído tanto sobre esta carretera, que le tenía un poco de respeto, pero, en ocasiones, el que mi imaginación suela magnificar las cosas puede conllevar algo positivo, y es que al final, no fue para tanto. Si es cierto que hay muchas curvas, pero se puede asemejar como un día de rutas por la cumbre de la isla. En conclusión… ¡prueba superada! Me puedo ir a Pai un día de estos sin tener que pensar en doparme a base de biodraminas o disponer cerca varias bolsas para posibles urgencias… 

Según me comentaban, antiguamente esta carretera era mucho más estrecha, por lo que daba mucho más respeto. Es cierto que el último tramo para llegar a nuestro destino, consistía en una carretera que se salía de la principal, de apróximadamente unos 7 kms. Uuyyyss esa si que era estrechita para dos coches (por lo visto así era la carretera principal antes), pero era maravillosamente impresionante! Al adentrarse en ella era como si la jungla te tragara, solo podías ver inmensos arboles abrazando la carretera, sin apenas poder ver algún claro. La verdad que el trayecto se ha hizo bastante amenos entre charlas y risas intentando enseñar a algunas palabras en español.

Al final de la carretera nos encontramos con el enorme cartel que daba la bienvenida al “Pong Dueat Hot Spring - Huai Nam Dang National Park”. Solo por encontrarte en medio de la
jungla, ya prometía ser precioso, y sin duda, lo era. Creo que todo parque natural en Tailandia, requiere pagar entrada, así que tras hacer el correspondiente pago, unos pocos metros de carretera más adelante, llegábamos a nuestro destino final. Es una auténtica maravilla encontrarte esas termas naturales en medio de la selva. Hay varias que son públicas, aunque también tienes la opción de reservar algún bungalow privado. Nosotros optamos por la entrada general. 

Creo que es la primera vez que me bañaba en una piscina con ropa, pero tampoco quería desentonar y quizás faltar el respeto a nadie, así que, pantalón corto y camiseta, tocaba meter el dedito gordo del pie para probar la temperatura. Uysss!! y vaya que si estaba caliente!!!! Costó lo suyo entrar… muuyyy despacito. Tras un largo periodo de procesión, y cuando logré introducir todo el cuerpo dentro del agua, tuve la sensación de que me estaba cociendo a fuego lento jajaja. ¡¡Momento de salir y ducha fría!! Creo que el agua estaba helada, pero ni lo notabas, es más, se agradecía! Uys! Impresionante como enseguida notas la circulación trabajando y la piel comienza a palpitar. La siguiente vez que te metes en la piscina, después de la ducha fría, si que da gustirrinin. Después de dos o tres veces de idas y venidas, el cuerpo se te queda totalmente relajado, solo hubiera faltado una buena hamaca para una larga y profunda siesta jeje. 

Tras picar algo, relajarnos y sesión de fotos del hermoso lugar, nos encaminamos a visitar el Géiser causante de este esta maravilla natural. A unos 300 metros montaña arriba, y a través de un camino precioso en medio de la selva, llegamos hasta el punto naciente del Géiser, una imagen que deja sin palabras. Es impresionante ver como a pocos metros de tus pies, desde la tierra brota ese agua burbujeando y como el vapor de tal alta temperatura, baña todo el entorno… toda una maravilla.

De vuelta por el bello camino, donde los arboles parecian atraparte, y pese a las altas temperaturas que hay a excasos metros, se puede contemplar como la humedad aguarda adherida a los troncos y al suelo. 

De regreso a casa, el silencio predominaba, y nada tenía que ver con la ida dicharachera. Era como si nos hubieran consumido la energía, y sumergidos en un estado pleno de relajación, resultó casi inevitable cerrar los ojos…

viernes, 29 de noviembre de 2019

Adaptación...

Ya hace más de 15 días que puse un pié en este maravilloso país, pero creo que ha costado mucho realmente sentir esos pies en esta tierra… A ratos tengo la sensación que fue hace escasos días que llegué, y otros siento que llevo una eternidad aquí, por no mencionar, que por momentos siento estar en ninguna parte… resulta un poco complicado de explicar el conjunto de estas sensaciones. Supongo que el periodo de adaptación en esta ocasión, requiere un poco más de tiempo, o quizás sea un poco más de paz lo que necesite…

La verdad que las semanas previas a subirme en ese avión, fueron un poco locura en muchos aspectos… demasiadas emociones en conflicto dentro de una misma cabeza, mil gestiones que había que dejar cerradas y otras tantas que quedaron sin terminar, creo que desembocaron en un caos interior total, del cual, aún estoy en proceso de desintoxicación, y probablemente sea ese el motivo por el cual me haya visto incapaz de sentarme a expresar aunque fuera unas escasas palabras y el motivo por el cual aún no termino de encajar que me encuentro aquí, en esa maravillosa ciudad que tanto amé por meses atrás. 

En cuanto a la ciudad… uys!! parece que algo si que ha cambiado… Como bien dijo mi profe de masajes cuando le hice una visita “¡El mundo cambia Yaiza!”. Así lo expresaba cuando hablabamos de la cantidad de nuevos Hostales y Hoteles que se encuentran en construcción en estos momentos. Tristemente, antes mirabas al cielo y tenías más opciones de ver la punta reluciente de alguna hermosa pagoda… ahora, es más probable que veas las últimas plantas de alguna construcción… Son muchas las tiendas y restaurantes que frecuentaba y que ahora están cerrados o sustituído.

No se si forma parte también del periodo de adaptación, pero hasta la comida y los olores me parecen diferentes. Mantenía un grato recuerdo del olor de la colada cuando la traían… ahora no es que huela mal ni mucho menos, pero mi mente guardaba un perfume mucho más intenso y embriagador. Igual me pasa con los sabores de ciertas comidas que adoraba, no es que no sean sabrosas, pero mi mente guardaba un sabor diferente y más intenso. 
Lo cual me ha echo cuestionarme, si es mi mente la que me ha traicionado, si es mi estado actual el que no me hace disfrutar de forma intensa cada cosa, o si es una realidad que las cosas hayan cambiado hasta tal punto. 

El cambio de divisa y el aumento de precios, se hace notorio, ya no es tan económico como antes, aunque sigue habiendo una enorme diferencia en comparación con Europa. 
También tengo la sensación que en el ambiente por días, hay mayor contaminación y depende por que calles vayas, a veces cuesta un poco respirar del todo bien. 
Recordaba que  el tráfico es una locura, pero no fue hasta que tocó salir a la calle, cuando realmente me di cuenta que perdi la maña de saber encontrar el momento correcto para cruzar… puedo pegarme un buen rato y no encontrar nunca el momento adecuado. Miro 20 veces a cada lado y aún no tengo seguro cual es la dirección correcta por la cual se avecinan los coches. Tendré que acostumbrarme nuevamente a lanzarme a la carretera como las locas cerrando los ojos y rezando que el mundo se paralice por unos segundo hasta que pueda llegar a salvo a la otra acera (en caso que exista en el mejor de los casos jeje)

Así sea, diferente o no, hay cosas que siempre prevalecen, y son las sonrisas con las que te cruzas cada día, la educación y el respeto que predomina, y pasar buenos momentos con la familia, entre los cuales hay incluídos orla, cenas y cumpleaños con croquetas y papas arrugadas incluídas!! Sin duda son un éxito siempre jeje. 

Ahora, simplemente toca seguir aterrizando cada día más, en ese “aquí y ahora” que hace unos años me regaló este lugar, y poco a poco modificar y abrir mis sentidos. 
Bienvenida a casa Yaiza…

jueves, 31 de octubre de 2019

Dos años después...

¿Cuál es el resumen de tu viaje? ¿Qué es lo que te ha aportado? ¿Cuáles son las enseñanzas que has aprendido en esos 4 meses? ¿Y ahora, qué?

Preguntas como éstas son las que me he encontrado desde que regresé, procedentes tanto de las personas que han vivido esa experiencia de una forma cercana, como de aquellas a las que conocían por primera vez de esa aventura…

Dos años han sido los necesarios para encontrar el momento en el que poder sentarme a escribir unas líneas de reflexión al respecto… Dos años después, y justo antes de embarcarme en una nueva aventura, intento encontrar la manera de definir las sensaciones, emociones, pensamientos, decisiones, cambios que han generado en consecuencia, ese viaje que marcó un antes y después en mi vida… y de veras, no es tan fácil como puede parecerlo.
Sé, que aún  habiendo pasado este tiempo, hay muchas cosas que han cambiado en mi, de las cuales ni yo misma soy consciente aún, pero cuando hablamos de una revolución interior, no es tarea sencilla reconocer, gestionar, ordenar y reconstruirse a uno mismo. 
No obstante, se que llevo mucho tiempo tratando de resumir en algunas palabras, las sensaciones posteriores a ese “regreso”, ¡y si!, lo escribo entre comillas, porque durante estos dos años, confieso que jamás he podido sentirme “en casa”, como lo estaba antes de irme… digamos que esa es una de las primeras reflexiones…

Sinceramente, los primeros meses fueron especialmente difíciles, ya que no encontraba la manera de gestionar las emociones tan contradictorias que en mí se generaban. Los cuatro meses que estuve a miles de kilómetros, fueron necesarios para aprender a echar de menos a las personas que amaba, pero ya una vez aquí, a la vez que deseaba lanzarme a repartir abrazos, sentía una especie de fobia a salir ahí fuera… hoy por hoy aún no encuentro las palabras correctas para describir esa sensación… 
Me sensibilicé de forma extrema a las opiniones de los demás… no porque me influyeran ni me importaran, si no porque me molestaban… Despúes de cuatro meses viviendo en una absoluta libertad, me molestaba extremadamente la gran facilidad de las personas de enjuiciar absolutamente todo… desde aspectos tan triviales como escandalizarse por comer un potaje en un día caluroso, hasta aspectos más íntimos relacionados con las propias decisiones/opiniones…, tanto me molestaba cualquier juicio hacia mi, como escucharlo hacia cualquier otra persona… Me molestaba, me enojaba, me mortificaba!!, tanto, que en ocasiones incluso preferí aislarme antes que exponerme a escuchar la más mínima opinión con alguna connotación juiciosa… (siempre he sido una chica de extremos… y digamos que ésto lo he llevado hasta límites un tanto desagradables, llegando incluso hasta el punto de mostrarme más fría o lejana, cuando en el fondo, probablemente haya vuelto más sensible que nunca…
Hoy por hoy, aún trato de gestionar estos sentimientos, aunque intento en la medida posible, encontrar una estabilidad o que al menos, no me afecte en tal desmedida). 

Otras de las reflexiones que mencionar, y que puede resultar de lo más curiosa para estudiar y desglosar, es como se puede causar mayor “acercamiento” estando a miles de kilómetros de distancia, que a unos minutos en coche… 
Confieso y siempre estaré enormemente agradecida, que en mi ausencia y pese a marcar yo las distancias antes de irme, me sentí arropada por mensajes de apoyo y/o preocupación por saber de mi bienestar, pero resulta muy curioso que tras dos años de mi presencia física en esta isla, aparte de disminuir considerablemente el contacto en el mejor de los casos, en ocasiones no he recibido ni un mensaje, o interés por un encuentro físico… me pregunto si poner nuevamente kilómetros por medio, reviviría nuevamente cada una de esas relaciones… Sin duda alguna, este se convierte en uno de los puntos más delicados de digerir...

Un fundamento de peso que he comprobado, es que la vida ha seguido avanzando con normalidad para todos, y que creer importante mi presencia, tan solo forma parte de mis propios apegos y miedos, y con esto no me refiero a que no me sienta importante para nadie, ni que me auto considere alguien imprescindible, ni mucho menos, más bien, ésto me hace entender que no se paraliza la vida de nadie porque mi presencia no esté a su lado, que los problemas acaban hallando su propia vía de solución sin necesidad de intervención y que sentir la cercanía de alguien no conlleva la necesaria presencia física… y confieso, que el conjunto de ello me hace sentirme un poco más libre. 
Ciertamente he aprendido muchas cosas, más de las que soy consciente… 
he reforzado mi capacidad de abrir mi boca y decir NO sin remordimiento…
he liberado una gran parte de mis miedos…
sigo aprendiendo a desprenderme de mis apegos…
comienzo a valorar las cosas con un orden diferente…
cada vez cargo con menos responsabilidades que no son mías…
… me siento más libre que nunca...

Pero sin duda, una de las lecciones más importantes aprendidas, ha sido vivir en el “aquí y ahora”, a no pensar tanto en el futuro, a no preocuparme tanto por mañana, a sentir más el presente… a dejar fluir las cosas, a no buscarlas, a dejarme sorprender…  
Quien me conoce hace muchos años, sabrá lo organizada y disciplinada que he sido siempre para algunas cosas (aunque para otras sea un desastre). La necesidad de tener el control  y mantener todo en un estado de seguridad, siempre fue uno de mis grandes “defectos”, y aunque aún queda aspectos que trabajar, para mi ha sido un auténtico logro que ello haya perdido importancia en mi lista de prioridades.  
Ésto me ha ayudado a tomar importantes decisiones desde la mayor paz y tranquilidad, sin preocuparme más por sus consecuencias, que por mi auténtico deseo. Ello me ha llevado a un giro de vida por completo y en camino de un futuro totalmente incierto, el cual, no tengo ninguna prisa por idear…
Quizás no tenga claro hacia donde deseo redirigir mi vida, pero al menos si se lo que NO quiero en ella, entre ello, tengo claro que no quiero terminar haciendo algo de lo que no esté totalmente convencida desear, simplemente por miedo a perder el tiempo, por sentir necesidad de establecer una seguridad, o mucho menos por la presión social…. Tan solo deseo realizar aquello que realmente me apasione,  me haga sentir bien, me genere paz...
Un cómico resumen sería; “¡Sí! Estoy más “perdida” que Wally, pero al menos soy una “perdida” felíz…”

Ahora, dos años después, habiendo recibido grandes regalos del Universo, y sin saber aún cuál es mi lugar en la vida, me embarco nuevamente en la aventura de vivir el ahora, sin expectativas más allá que vivir el presente, y seguir dejándome sorprender por el Destino.
A tan sólo unos pocos días de alzar el vuelo, dejo atrás muchos más apegos de los que creí capaz de alejarme, con la intención de vivir completamente libre esta experiencia. Ésta vez, sin plazos ni ataduras, entrego en manos del Universo mi tiempo y presencia, para que me lleve allá donde tenga destinado mi lugar. 
Sin poder encasillar plazo ni lugar, y sin necesidad de establecer grandes despedidas, tan solo deseo decir a los que aquí quedan, un “hasta pronto” y un “prometo que les echaré de menos

jueves, 25 de octubre de 2018

Un paseo por Ronda

Tocó aterrizaje pasado por agua. 
Entorno a las 21.30 h. las ruedas del avión besaban una pista totalmente empapada. Minutos antes, aún desde el cielo y en pleno descenso, se podía contemplar a lo lejos un cielo iluminado a ratitos de un toque anaranjado, los relámpagos ya auguraban un trayecto húmedo hasta llegar al Hostel.

Por suerte, no resultó tanta lluvia como esperaba, y por tanto, no me mojé tanto.
Pese a las circunstancias, no pude evitar dibujar esa sonrisilla en mi cara al ponerme la mochila a cuesta y lanzarme a caminar... el placer de viajar que ya tanto añoraba.

Con el tiempo justo para dejar las cosas en la habitación, limpiar el destrozo del neceser gracias al gel de baño abierto, pude ir a cenar algo rápido y meterme en la cama para madrugar al siguiente día, tocaba coger el bus hacia Ronda.

La predicción climática era nuevamente lluvia, bueno, más bien tormenta... y no falló!
En el trayecto ya se veía caer una tremenda, a ratos la visibilidad exterior se complicaba debido a la intensidad de la lluvia. El cielo se iluminaba constantemente con los relámpagos y rayos, que nunca dejaban de impresionarme. Si hubiera sido yo la que condujera mi coche en ese momento, probablemente me hubiera apartado en algún lado a expensas de que fuera peor el remedio y terminada arroyada por algún riachuelo jaja.

Pero no hubo altercados en el camino, llegamos a la estación de Ronda, la lluvia continuaba fuertemente, y tras 10-15 minutos esperando que se apaciguara, entendí que, o me metía bajo ella, o acampaba en la estación durante todo el día. Protector en la mochila y chubasquero puesto, me lanzaba en busca del Hostel, el cual no estaba a tan sólo unos 5 minutos de allí, pero fue suficiente para llegar totalmente empapada debido a la cantidad y fuerza con la que caía agua. Lo primero que hice fue quitarme la ropa empapada, la cual por cierto, tardó dos días en secarse!!

Después de varias horas enclaurusada en la habitación sin poder salir debido al diluvio, ya en la tardecita me atreví a lanzarme a la calle, pese que aún seguía lloviznando. Con mi chubasquero puesto y con la visibilidad de un caballo  cuando le ponen esas piezas a los laterales de sus ojos para que solo miren al frente, me dispuse en principio, a un ligero paseo, poder tomar una buena taza de chocolate caliente y cautivarme con las primeras impresiones, aunque bajo la lluvia se tratara, y eso, fue exactamente lo que hice.
Pese a que había algunos pasos cerrados, pude enamorarme a primera vista de las impresionantes vistas hacia el Tajo, la Serranía, y como no, al impresionante Puente Nuevo de Ronda, por el cual no he podido evitar pasear y contemplar cada día de mi estancia aquí.

Ronda ha cumplido mis expectativas, es un pueblo precioso. Me ha encantado pasear y perderme por sus bellas calles empedradas, aunque ello conllevara en ocasiones subir y bajar cuestas aparentemente interminables. Me han enamorados sus vistas, los paseos por los Jardines de Cuenca, perderme en el sonido de su río, contemplar por una eternidad cada uno de sus puentes, sus murallas, sentarme por horas contemplando el atardecer en alguno de sus miradores... es paradójico, pero cada vez que me asomaba a alguno de ellos, ralentizaba el paso cuidadosamente a medida que llegaba a su extremo, y no era hasta que podía agarrar la barandilla que me sentía un poco más segura (ni que ello me fuera a salvar si aquello se desprendía jajaja).

Fue una aventura bajar la mina de la "Casa del Rey Moro", a través de su especie de pasadizo-escalera infinita dentro de la propia cueva-montaña y que te llevaba hasta el mismo río en una bajada totalmente vertical. Fue una pena que estuviera cerrada la salida al exterior, ya que el temporal se había llevado por delante la pasarela. Eso sí, la subida se lleva lo suyo, llegué con la lengua fuera! Y aunque los escalones sean dispares en altura, el suelo se encuentre totalmente mojado y tengas la sensación de que con un mínimo resbalón pones en juego tu vida, es una curiosa visita y creo que si vale la pena. Por supuesto, mencionar también la belleza de sus jardines y su terraza-bar donde coger aliento después de salir de la cueva.

El "Palacio de Mondragón" donde se encuentra el museo, también fue muy interesante de visitar. Te brinda información de forma amena e interesante, aparte de contemplar la belleza de su arquitectura y sus jardines y vistas. Todo cuenta con un plus si vas un martes por la tarde y la entrada te sale gratis jeje.
Sin duda, Ronda es un lugar con mucho encanto y casi con un toque mágico. Pese a que en dimensiones más o menos me lo esperaba así, es cierto que me ha sorprendido la cantidad de infraestructuras y tiendas que tiene, incluso tendría que investigar un poco si en vez de pueblo, está catalogado como pequeña ciudad.

En cuanto a su gastronomía, ¡me he puesto morada!
He disfrutado de una enorme variedad de tapas, de sus Migas Rondeñas, de sus croquetas de cocido, de su presa, sus revueltos de chorizo papas y pimiento, de su carrillada en diferentes versiones, etc. y por supuesto, acompañado siempre de un buen vino Rondeño, sangría o caña. Si tuviera que quedarme con algún lugar especial, sería con "Casa Martina", que tiene unas tapas deliciosas y con un toque diferente, y donde por primera vez escuché y probé la sangría blanca, totalmente deliciosa. También me encantaron las sabrosas tapas de "Cafetería la Campana" y por supuesto, "La cafetería Arunda", donde desayunaba cada día y donde tiene un menú diario a muy bien precio y con cocina totalmente casera.

También hay que mencionar mi escapada a uno de los pueblos vecinos, "Setenil de la Bodega", que se encuentra a unos veintialgo kilómetros y el cuál vale la pena visitar. Sus casas blancas encajonadas en los propios huecos de la montaña a modo de cuevas, lo con convierten en un pueblo con una imagen muy pintoresca. Eso si, prepárate para subir enormes cuestas y escaleras por doquier! Desde el mirador se puede contemplar la tranquilidad que se respira en ese pueblo.

Desde luego, ha valido la pena venir a conocer Ronda. Me voy con buen sabor de boca y por supuesto, con la misma sensación siempre que me voy de algún sitio...  siempre me sabe a poco.

Cuando llegue a casa y ya pueda extraer las fotos que he sacado, que por cierto, han sido cientos, ya que estrenaba cámara jeje, subiré algunas por aquí, y así compartir un pedacito de este bello lugar.